Castillo de La Mota (Arquitectura en San Sebastián / Donosti)
El monte de Urgull se levanta a orillas del mar Cantábrico, entre las costas de la Concha y la desembocadura del Urumea. Con sus más de cien metros de altitud preside la ciudad de San Sebastián, ofreciendo al visitante una panorámica privilegiada, asombrosa del municipio. A lomos de este mirador natural emplazamos el Castillo de La Mota, una fortificación milenaria que hunde sus raíces en los tiempos del juglar, de los cantares de gesta y los escudos de hierro.
Declarado Monumento Cultural en distintos ámbitos que comprenden desde su arquitectura hasta su interés histórico, el Castillo de Santa Cruz de La Mota se encuentra ligado a su geografía. No puede hablarse del Castillo sin antes hablar del monte que tan elegantemente corona. Como tantos otros topónimos de Donostia, el macizo debe su nombre a los primeros pueblos que lo habitaron, según parece con orgullo. "Urgull" significa “Orgullo” en gascón. No deja de sorprender cuánta historia pesa sobre este monte, testigo fiel de una larga serie de encuentros bélicos, desde la primera capitulación de Donostia en 1794 hasta el enfrentamiento entre las tropas napoleónicas y angloportuguesas en 1813. Y es que el monte de Urgull es una cornucopia de historia en sí mismo. Nada mejor como aventurarse una mañana por los senderos peatonales que ascienden hasta su cumbre para revivirla.
Los orígenes del Castillo de la Mota se remontan a la edad media. En 1192, Sancho el Mayor de Navarra levantaría la primera atalaya y una muralla primitiva sobre las ruinas de una antigua fortificación. Esta primera estructura, consistente en una torre de forma cuadrada, serviría de base para las siguientes ampliaciones. Sancho el Fuerte mandó reconstruirlo en 1191, incorporando la llamada “Muralla del Rey Don Sancho”, una cerca militar que protegía a la población de Donostia, que por entonces sufría innumerables asedios, saqueos y acometidas invasoras. Posteriormente Alfonso VIII de Castilla llevaría a cabo diferentes mejoras, y en 1284 Alfonso X el Sabio lo entregaría a Juana I.
También los Reyes Católica tendrían un papel destacado en su configuración, mandando reforzar los muros de la fortaleza. De esta forma el curso de los años y el paso de los monarcas han moldeado poco a poco el Castillo de la Mota, hasta adquirir el majestuoso perfil que contemplamos en nuestros días.
Pero lo que rodea al Castillo no es su única atractivo. La verdadera aventura comienza en su interior, en sus galerías, dependencias y reliquias antiguas, que brindan un viaje al pasado, un fascinante recorrido que pasa por la capilla del Cristo de La Mota, una de las tres capillas que componen el edificio, donde también encontramos "El Macho", levantado sobre el primitivo castillo roquero, que sirve de peana a la estatua del Sagrado Corazón, o "La horca", sobre uno de los muros. También los baluartes fueron una pieza clave en la defensa del Castillo y la ciudad. Algunos, como el baluarte del Mirador o el baluarte de la Reina y Napoleón, constituyen verdaderos tesoros del XVII, y es innegable la fuerza que aún hoy parecen despedir.
En el Patio de Armas descubrimos una bombarda (cañón primitivo) que data del siglo XVI. Las baterías de las Damas, el Huerto del Gobernador o las Bardocas aportan las última pinceladas a un retrato en el que todavía queda mucho, mucho por descubrir.
En la actualidad se han habilitado varias salas de exposición, como la Casa de la Historia, donde puede conocerse la historia de San Sebastián. Gracias a las reformas de 2009, el Castillo de La Mota ofrece un aspecto inmejorable que merece la pena conocer.
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Los orígenes del Castillo de la Mota se remontan a la edad media. En 1192, Sancho el Mayor de Navarra levantaría la primera atalaya y una muralla primitiva sobre las ruinas de una antigua fortificación. Esta primera estructura, consistente en una torre de forma cuadrada, serviría de base para las siguientes ampliaciones. Sancho el Fuerte mandó reconstruirlo en 1191, incorporando la llamada “Muralla del Rey Don Sancho”, una cerca militar que protegía a la población de Donostia, que por entonces sufría innumerables asedios, saqueos y acometidas invasoras. Posteriormente Alfonso VIII de Castilla llevaría a cabo diferentes mejoras, y en 1284 Alfonso X el Sabio lo entregaría a Juana I.
También los Reyes Católica tendrían un papel destacado en su configuración, mandando reforzar los muros de la fortaleza. De esta forma el curso de los años y el paso de los monarcas han moldeado poco a poco el Castillo de la Mota, hasta adquirir el majestuoso perfil que contemplamos en nuestros días.
Pero lo que rodea al Castillo no es su única atractivo. La verdadera aventura comienza en su interior, en sus galerías, dependencias y reliquias antiguas, que brindan un viaje al pasado, un fascinante recorrido que pasa por la capilla del Cristo de La Mota, una de las tres capillas que componen el edificio, donde también encontramos "El Macho", levantado sobre el primitivo castillo roquero, que sirve de peana a la estatua del Sagrado Corazón, o "La horca", sobre uno de los muros. También los baluartes fueron una pieza clave en la defensa del Castillo y la ciudad. Algunos, como el baluarte del Mirador o el baluarte de la Reina y Napoleón, constituyen verdaderos tesoros del XVII, y es innegable la fuerza que aún hoy parecen despedir.
En el Patio de Armas descubrimos una bombarda (cañón primitivo) que data del siglo XVI. Las baterías de las Damas, el Huerto del Gobernador o las Bardocas aportan las última pinceladas a un retrato en el que todavía queda mucho, mucho por descubrir.
En la actualidad se han habilitado varias salas de exposición, como la Casa de la Historia, donde puede conocerse la historia de San Sebastián. Gracias a las reformas de 2009, el Castillo de La Mota ofrece un aspecto inmejorable que merece la pena conocer.
Estatua del Sagrado Corazón de Jesús
de SanSebastianDonosti.com
Sagrado Corazón de Jesús
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En la cúspide del castillo de la Mota
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