En el corazón de San Sebastián se encuentra uno de los lugares más extraordinarios de la tierra, el monte Urgull. Con una altura de 126 metro, visible a kilómetros de la costa, este parque urbano custodia majestuosamente la bahía de La Concha. Más de 900 años de años de historia lo convierten en el mejor testigo de toda clase de enfrentamientos bélicos, siendo un depósito de reliquias de incalculable valor histórico. Desde los cañones, baluartes y restos de murallas del Castillo de La Mota hasta las numerosas esculturas y museos que salpican sus alrededores, esta atalaya natural es una fuente de aventuras y tesoros que merece la pena descubrir.
Los principios de este coloso de piedra se remontan al siglo XII. Hacia 1180, el monte Urgull -que significa orgullo en gascón- era un conocido asentamiento de Gascuña, principalmente compuesto por pescadores y comerciantes. Sancho VI el Sabio fundaría entonces la villa que poco después daría lugar, a través de multitud de fortificaciones, al Castillo de La Mota. A lomos de Urgull, este castillo es el mejor ejemplo de supervivencia no solo a los avatares del tiempo sino también a las contiendas del hombre. Durante casi un milenio ha resistido nada menos que tres asedios, empezando por el franco-portugués de 1476, pasando por el sitio de más de 15 mil franceses a principios del siglo XVI, hasta el asedio del duque de Berwick hacia 1719, llegando hasta nuestros días en un estado impecable gracias a las numerosas reformas.
En los alrededores del castillo pueden encontrarse reliquias bélicas de todos los tiempos: las baterías de Bardocas, Santiago o las Damas, los baluartes del Mirador o de la Reina y Napoleón, y hasta una bombarda del siglo XVI en un inolvidable viaje a través del tiempo.
Pero Urgull no siempre fue el monte que hoy conocemos y admiramos. En un principio las playas de Ondarreta, La Concha y La Zurriola estaban conectadas entre sí. Desde el monte Igueldo hasta el de Ulía, la bahía comprendía una extensión de más de 3000 metros de longitud. Por entonces Urgull no era más que una isla. Sería la desembocadura del Urumea, mediante la acumulación de sedimentos, la que provocaría la adhesión de la isla al continente a través de un istmo de millones de años.
A orillas del Cantábrico, el Paseo Nuevo brinda al visitante un trayecto encantador por la periferia de Urgull, donde la mar furiosa rompe constantemente en un sensacional espectáculo de olas y espuma que nunca deja indiferente. Comenzando en el puente de La Zurriola hasta llegar al puerto, el paseo está salpicado por diversas esculturas como la Construcción vacía de Jorge Oteiza o El Peine del Viento de Chillida. El Aquarium o el Museo Naval aportan las últimas pinceladas, donde los más curiosos podrán deleitarse con una fauna variada y la exposición de las embarcaciones más antiguas y misteriosas. Una aventura para los mayores, que también hará las delicias de los más pequeños.
Otra de las sorpresas que maravillan al visitante es la estatua del Sagrado Corazón de Jesús. Con sus 16 metros de altura y sus 2.400 toneladas de hormigón, este monumento corona el monte Urgull, albergando en su interior una de las tres capillas del lugar, entre las que se encuentra la conocida capilla del Cristo de la Mota.
La Casa de la Historia constituye una parada obligada. La exposición “Mirando a San Sebastián” ofrece un recorrido ameno por el pasado donostiarra. Y es que no hay mejor forma de comprender la grandeza del monte Urgull que a través de las fiestas, tradiciones y eventos históricos que le han convertido en leyenda.
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